viernes, 25 de noviembre de 2011

Parque Nacional de Doñana



Flamencos junto a la aldea del Rocío
Hola de nuevo a tod@s. Esta vez os presento un destino natural, maravilloso, cómodo y fácil. El Parque Nacional de Doñana se encuentra en las provincias de Huelva y Sevilla, tiene una extensión de 54.252 ha y fue declarado Parque Nacional en 1969. Además de esta figura de protección, cuenta con muchas otras a nivel internacional, e incluso está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.



Gaviotas en la playa de Doñana
Las visitas al parque tienen que ser guiadas, en este caso en un minibús todoterreno. Hay empresas que ofrecen este servicio, fácilmente localizable en Internet. Por supuesto, hay que reservar cita. El itinerario empieza en el centro de visitantes del Acebuche, cerca de la localidad onubense de Matalascañas. Es un recorrido de unas 4 horas en el que se recorre todos los ecosistemas del Parque de Doñana.


Libélula
La visita al parque no es como ir a un zoológico, no esperéis ver animales a vuestra disposición, y según el día, se verán más o menos. Aunque en esta ocasión tuvimos bastante suerte. Lo que se explica durante el recorrido son los ecosistemas y curiosidades del parque.

Chorlitejo
Entramos en el parque por el mencionado pueblo de Matalascañas, por su playa, sorteando alguna duna. Recorrimos varios kilómetros de playa y pudimos observar varias especies de aves: gaviotas, águilas pescadoras, chorlitejos… Se pueden observar las primeras dunas, pero nada comparable a lo que hay mas adelante en el recorrido. Se recorre media playa, unos 15 kilómetros de playa virgen, antes de desviarnos al interior.

Dunas
Dunas
Nos adentramos entre las dunas, Doñana tiene uno de los campos de dunas costeras más grandes de Europa. La arena blanca lo cubre todo. Las huellas del viento costero se marcan en las pendientes de las dunas, más suaves en el lado del que procede aquel y más pronunciadas a sotavento. También se ven huellas de pájaros, pero no vemos fauna alguna. Lo que si llama mucho la atención son las dos especies de árboles predominantes, por un lado el enebro, capaz de superar la duna y no quedarse enterrado, retorcido sobremanera. Del otro lado, el pino, en algunos casos solitarios y medio enterrados, en otros formando pinares rodeados de dunas, llamados corralitos. Las dunas avanzan sin piedad hasta que poco a poco los van enterrando por completo. La Naturaleza es sabia pero implacable.
               
                   Pino y enebro
Corralito de pinos

Cierva
A medida que avanzamos hacia el interior desaparecen las dunas y aparecen zonas de pinos y pastoreo, en esta zona empezamos a ver los primeros animales: las vacas. También vemos milanos, garzas bueyeras y los primeros ciervos, en este caso alguna cierva a la sombra.

Flamencos en las marismas

Ya llegamos a la parte de las marismas, ocupan la mayor parte del Parque Nacional y son lo más famoso de éste. Se recomienda unos prismáticos y un buen teleobjetivo, cosas de las que no iba preparado. Al ser la época estival, las marismas estaban casi secas, con menos fauna, pero con la suficiente para ver alguna anátida y flamencos, e incluso algún ciervo.


Ciervo
Dejamos las marismas, y seguimos camino entre pinos y azaleas. Cuando llegamos a zonas mas abiertas, empezamos a ver numerosos ciervos, incluso majestuosos machos de grandes cornamentas y algún tímido corzo. El guía nos dice donde hay un águila imperial, en un pino, a simple vista es casi un punto, con el zoom de la cámara solo píxeles, pero si parece apreciarse los hombros blancos característicos de la especie.


                
              Ciervos
Corzos
Gaviotas
Llegamos al rió Guadalquivir donde hay unas construcciones típicas de madera y paja, utilizadas por los habitantes que vivían en el entorno, es interesante. Las márgenes del rió están llenas de tímidos cangrejos. Continuamos junto al río, vemos más ciervos, hasta que llegamos a la desembocadura, al otro lado, Sanlúcar de Barrameda, y un poco más allá Chipiona. Se puede apreciar la zona donde se mezclan las aguas, dulce y salada. Desde aquí hasta el final nos quedan unos treinta kilómetros de playa. El sol cayendo, reflejándose en el agua, ofreciendo un bonito atardecer y bonitas fotos.

Pinos
Al que le guste la naturaleza no puede dejar de ir a Doñana. Y aunque el lince no se deje ver, es un lugar increíble.

1 comentario:

  1. Recomendable cien por cien. Sin duda, ir en primavera merece la pena.

    MC

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